Hoy vamos a conocer los 10 castillos más increíbles
del mundo En los castillos vivían los señores, quienes desde allí administraban
sus señoríos. Los reyes y algunos nobles poseían varios castillos a los que
acudían periódicamente.
Los castillos más antiguos se construyeron en los
siglos IX y X, cuando la segunda oleada invasora sacudió Europa occidental.
Eran recintos fortificados que permitían resistir los ataques de los enemigos y
servían de protección al señor y a su familia. Asimismo, en caso de peligro,
los campesinos acudían allí con sus animales en busca de refugio. Para mejorar
sus funciones defensivas estas fortalezas se edificaban en lugares elevados.
Los primeros castillos eran de madera. Los más
sencillos tenían sólo un foso, por lo general lleno de agua y un puente
levadizo. El foso impedía que los invasores se aproximaran al castillo y, sobre
todo, que no pudieran acercar sus máquinas de asalto.
Desde fines del siglo X comenzó a utilizarse la
piedra para construir castillos más fuertes y más seguros. También se los rodeó
de murallas de piedra. Desde el siglo XIII se hicieron frecuentes los castillos
rodeados por varias hileras de murallas, denominados castillos concéntricos. El
fin de esta renovación era también mejorar la defensa de la fortaleza: si los
asaltantes conseguían atravesar la muralla exterior se encontraban con otra
interior. Además, se hizo frecuente la edificación de torreones a lo largo de
las murallas, donde permanentemente había centinelas.
Las murallas de los castillos se reparaban
frecuentemente para que no disminuyera su capacidad defensiva. En lo alto de la
torre flameaba el estandarte del señor. Los muros con almenas brindaban
protección a los defensores del castillo mientras disparaban a los enemigos.
Aunque los castillos eran amplios y muy caros, la
vida en ellos a veces resultaba incómoda. El frío constituía el principal
problema. Para combatirlo, se construían enormes chimeneas en todas las
habitaciones y se colgaban tapices que evitaban las corrientes de aire y
mitigaban el frío de los muros y del suelo.
Además de servir como defensa, los castillos eran el lugar de reunión de los señores. Muy a menudo, se organizaban allí grandes banquetes. Estos eran la oportunidad ideal para que los señores pudieran demostrar su generosidad (una virtud muy exaltada entre los nobles) y su riqueza: cuanto más se derrochara, ¡mejor! Por eso, en los banquetes todo era abundante y lujoso. ¡Solían durar varios días seguidos! Estas fiestas estaban animadas por juglares, trovadores, bufones y artistas ambulantes que hacían la reunión más amena y entretenida.
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