La llegada a la ciudad de Buenos Aires de los restos del general José de San Martín, que había fallecido el 17 de agosto de 1850, fue el 24 de mayo de 1880. Venían en el Villarino, un buque de transporte a vapor que hacía su viaje inaugural, y que había zarpado de El Harve semanas atrás.
Luego de treinta años de su fallecimiento, se cumplía la cláusula que el Libertador había dispuesto en su testamento, de que "desearía que mi corazón fuese depositado en Buenos Aires".
Este hecho daría lugar a una leyenda que aún hoy honra la memoria y la trayectoria de los Granaderos.
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