En 1825, en la ciudad de Bruselas, José de San Martín escribió una lista de consejos destinados a la educación de su hija. El manuscrito original se conserva en el Museo Mitre.
A los pocos meses de nacer Mercedes Tomasa San Martín y Escalada, en 1816, el Libertador emprendió su travesía hacia Chile y Perú. Sin embargo, mantuvo el contacto con su hija a través de cartas que se escribían con su esposa María de los Remedios de Escalada.
El reencuentro sucedió en 1823, luego de la muerte de Remedios; desde entonces, el General abandonó su carrera y emprendió, junto a Merceditas, su exilio a Europa. “Cada día me felicito más y más de mi determinación de haberla conducido a Europa y arrancado del lado de Doña Tomasa (su abuela materna). Esta amable señora, con el excesivo cariño que le tenía, me la había resabiado -como dicen los paisanos- en términos que era un diablotín”, escribía San Martín a su amigo Tomás Guido.
También tuvo palabras de agradecimiento en su testamento, dedicadas a su hija. Esto decía: “El constante cariño y esmero que siempre me ha manifestado, han recompensado con usura todos mis desvelos, haciendo mi vejez feliz: yo le ruego continuar con el mismo cuidado y contracción la educación de sus hijas (a las que abrazo con todo mi corazón) si es que a su vez quiere tener la misma feliz suerte que yo he tenido”.
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